Durante la adolescencia es el momento de transición a la vida adulta donde la construcción de la identidad se ve más vulnerable.
En el caso de los adolescentes adoptados surgen además nuevas preguntas sobre su historia y sobre su origen que a veces no saben cómo gestionarlas; en ocasiones lo manifiestan con diferentes conductas de las que apenas son conscientes ellos mismos. Otras veces, se apoyan en fantasías que acaban aceptando como reales.
La imagen es muy importante en el adolescente, saber encajarla relacionándola con su entorno, su familia, sus amigos, sus ídolos… es prácticamente vital para continuar avanzando en su construcción de identidad. Cuando no encuentra un perfil en el que siente que encaja –y, si además, añadimos un factor racial diferente (adopción internacional)- su autoestima puede verse afectada y, por tanto, puede expresarlo de diferentes maneras que a veces resultan incomprensibles.
En cualquier familia en la que exista un adolescente suele encontrarse, en mayor o menor medida, un clima algo más turbulento y de conflicto en casa (y a veces también en la escuela).
En el caso del adolescente adoptado, conviene comprender además algunos aspectos importantes para los que necesitarán gestionarse los conflictos desde otro punto de vista diferente.
– Parecía casi imposible, pero padres e hijos adolescentes pueden escucharse mutuamente a través del clima de comunicación que se crea en el espacio de una mediación familiar. Y son capaces de llegar a acuerdos.